Caballero de la triste figura
Carlos Blanco Hernández (Testimonios)
Máquina de escribir de Carlos Blanco
     
 
Juan Cobos Juan Cobos

Editor de la revista de cine Nickel Odeón.
 

"Carlos Blanco es ante todo un intelectual con larga andadura literaria. Uno de esos escritores nacidos para las letras en cuya imaginación habitan desde la adolescencia los grandes textos. En esa etapa primera vive en Gijón donde sus padres son profesionales de la enseñanza. En ese ambiente la lectura es actividad principal en la infancia y en su etapa estudiantil justamente cuando el cine se afirma en el clasicismo que marca el final de la época muda y, ya en su adolescencia, las películas rompen a hablar. Nacen los balbuceos iniciales del sonoro. La imagen ha alcanzado una cima expresiva y ese es el cine de sus primeros años de espectador. El ávido lector de la mejor literatura vive la primera etapa de un arte que dominará al público durante décadas del siglo veinte.

Su sólida base literaria que le habilitará, tras el terremoto de la guerra civil, en las filas de la República, no sólo para ser guionista sino más exactamente lo que, en su caso, el término inglés para este oficio traduce más plenamente : screen-writer (escritor cinematográfico).

Conocedor del más depurado cine clásico y con esa fundamental base literaria que ha marcado su vida, Carlos Blanco que se orientaba hacia la ingeniería por su aguda capacidad matemática, acaba por circunstancias políticas – su condición de vencido al que se niega, tras su recorrido por campos de concentración fascistas y su condición de "apestado" político, le prohibe continuar sus estudios de ingeniería - en la escritura creativa de historias para el cine como medio de salvación para superar su condición de marginado. Con su cerebro extraordinariamente amueblado, se inicia participando en un concurso. Pronto, lejos de la rutina del guión habitual que especifica la fragmentación técnica de las escenas y la arquitectura muy cerrada de la película, Carlos Blanco echa mano de sus raíces literarias. En su escritura para el cine sabe bien que este es un lenguaje donde la descripción de escenas y personajes que pueblan una trama han de ser vistas y oídas, sin caer en la esclavitud de los largos diálogos que en los malos guiones a veces complican y atenazan la libertad esencial de la imagen. Sabe bien que luego habrá un director a cuyo dominio del medio y su sensibilidad – algo no muy frecuente en nuestro cine - corresponde trasladar esa visión que yace en las páginas, que habrá de trasladarse - y en una arquitectura precisa , a los planos cinematográfico, y luego a su yuxtaposición . Su exquisitez de escritor de cine nos hace ver sin necesidad de explicaciones farragosas la luz de la escena, la intensidad de las pasiones, los escenarios que en otro lenguaje encontramos en la gran novela.

En la obra cinematográfica de Carlos Blanco encontramos, cuando no la empobrece la mediocridad en la puesta en escena del director, un marco argumental donde sus personajes luchan con los problemas de un drama que les ha dibujado su creador encarnando un mundo donde se enfrentan y armonizan su vivir. La estructura muy bien hilvanada del relato viene marcada por una inteligente y cuidada construcción dramática.

Al leer esos guiones suyos, liberados de las acostumbradas muletas técnicas, vemos y sentimos hondamente las historias, sus recovecos, trazados con una precisión maestra. Cada línea de diálogo está medida en su extensión, dentro de la densidad de una historia en la que vivimos inmersos. Sus guiones se "ven" en imágenes mentales sin que sea preciso que él fije sus coordenadas".

Juan Cobos

 

 

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